Trece años después de que Bashar al Assad reprimiera un incipiente movimiento democrático, desencadenando la guerra civil en Siria, los rebeldes afirmaron que había huido del país y declararon Damasco libre del “tirano”.
Por Sammy Ketz y Layal Abou Rahal / AFP / Infobae
Durante años, Abu Mohammed al-Jolani había actuado en la sombra. Ahora está en el punto de mira, concediendo entrevistas a los medios de comunicación internacionales y haciendo declaraciones que tienen a los sirios de todo el mundo pegados a sus teléfonos en busca de pistas sobre lo que puede deparar el futuro.
Al principio de la ofensiva, que comenzó el 27 de noviembre, apareció en Alepo, la segunda ciudad de Siria, tras arrebatársela al régimen por primera vez desde el inicio de la guerra. A lo largo de los años, ha dejado de llevar el turbante que usan los yihadistas y ha optado a menudo por el uniforme militar.
El miércoles visitó la ciudadela de Alepo con camisa y pantalones caqui, de pie en la puerta de su vehículo blanco, mientras saludaba y se movía entre la multitud. Desde que rompió sus vínculos con Al-Qaeda en 2016, Jolani ha tratado de presentarse como un líder más moderado. Pero aún no ha logrado disipar las sospechas de analistas y gobiernos occidentales, que siguen considerando a Hayat Tahrir al-Sham (HTS) una organización terrorista.
“Es un radical pragmático”, declaró a la AFP, Thomas Pierret, especialista en islam político. “En 2014, estaba en el apogeo de su radicalismo”, dijo Pierret, refiriéndose al período de la guerra en el que trató de competir con el grupo yihadista Estado Islámico. “Desde entonces, ha moderado su retórica”.
Bien acomodado
Nacido en 1982, Jolani se crió en Mazzeh, un barrio exclusivo de Damasco. Procede de una familia acomodada y era un buen estudiante. Durante la ofensiva, empezó a firmar sus declaraciones con su verdadero nombre: Ahmed al-Sharaa.
En 2021, declaró a la cadena estadounidense PBS que su nombre de guerra era una referencia a sus raíces familiares en los Altos del Golán, afirmando que su abuelo se había visto obligado a huir tras la anexión de la zona por Israel en 1967.
Según el sitio web de noticias Middle East Eye, fue tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 cuando Jolani se sintió atraído por primera vez por el pensamiento yihadista.
“A raíz de su admiración por los autores de los atentados del 11 de septiembre, empezaron a aparecer los primeros signos de yihadismo en la vida de Jolani, que empezó a asistir a sermones secretos y mesas redondas en barrios marginales de Damasco”, afirma el sitio web.
Trece años después de que Assad reprimiera un incipiente movimiento democrático, desencadenando la guerra civil en Siria, los rebeldes afirmaron que el presidente había huido del país y declararon Damasco libre del “tirano” (AP/Omar Albam/ARCHIVO)
Tras la invasión de Irak liderada por Estados Unidos, abandonó Siria para participar en la lucha. Se unió a Al-Qaeda en Irak, dirigida por Abu Musab al-Zarqawi, y posteriormente fue detenido durante cinco años, lo que le impidió ascender en las filas de la organización yihadista.
En marzo de 2011, cuando estalló en Siria la revuelta contra el régimen de Assad, regresó a su país y fundó el Frente al-Nusra, rama siria de Al-Qaeda. En 2013, se negó a jurar lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi, que se convertiría en el emir del grupo Estado Islámico, y en su lugar prometió lealtad a Ayman al-Zawahiri, de Al-Qaeda.
“Lo más inteligente”
Realista a los ojos de sus partidarios, oportunista para sus adversarios, Jolani declaró en mayo de 2015 que, a diferencia del Estado Islámico (EI), no tenía intención de lanzar ataques contra Occidente.
El grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) es considerado por Estados Unidos y sus aliados como una organización terrorista (REUTERS/ARCHIVO)
También proclamó que, en caso de derrota de Assad, no habría ataques de venganza contra la minoría alauita de la que procede el clan del presidente. Cortó los lazos con Al Qaeda, alegando que lo hacía para privar a Occidente de motivos para atacar a su organización.
Según Pierret, desde entonces ha intentado trazar un camino para convertirse en un estadista creíble. En enero de 2017, Jolani impuso una fusión con HTS a grupos islamistas rivales en el noroeste de Siria, reclamando así el control de franjas de la provincia de Idlib que habían caído en manos del gobierno.
En las zonas bajo su control, HTS desarrolló un gobierno civil y estableció una apariencia de Estado en la provincia de Idlib, al tiempo que aplastaba a sus rivales rebeldes.
Los rebeldes afirmaron que el presidente había huido del país y declararon Damasco libre del “tirano” (REUTERS/Mahmoud Hasano/ARCHIVO)
A lo largo de este proceso, HTS tuvo que hacer frente a acusaciones de residentes y grupos de defensa de los derechos de brutales abusos contra quienes se atrevían a disentir, que la ONU ha calificado de crímenes de guerra.
Tal vez consciente del miedo y el odio que ha provocado su grupo, Jolani se ha dirigido a los habitantes de Alepo, donde vive una importante minoría cristiana, para asegurarles que no sufrirán ningún daño bajo su nuevo régimen.
También pidió a sus combatientes que preservaran la seguridad en las zonas que habían “liberado” del régimen de Assad.
“Creo que, ante todo, se trata de buena política”, afirmó Aron Lund, miembro del grupo de reflexión Century International.
”Cuanto menos pánico local e internacional haya y cuanto más parezca Jolani un actor responsable en lugar de un extremista yihadista tóxico, más fácil le resultará el trabajo”. ¿Es totalmente sincero? Seguramente no”, afirmó. “Pero es lo más inteligente que se puede decir y hacer en este momento”.
(AFP)